14. The hoard John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973)
When the moon was new and the sun young of silver and gold the gods sung: in the green grass they silver spilled, and the white waters they with gold filled. Ere the pit was dug or Hell yawned, ere dwarf was bred or dragon spawned, there were Elves of old, and strong spells under green hills in hollow dells they sang as they wrought many fair things, and the bright crowns of the Elf-kings. But their doom fell, and their song waned, by iron hewn and by steel chained. Greed that sang not, nor with mouth smiled, in dark holes their wealth piled, graven silver and carven gold: over Elvenhome the shadow rolled.
There was an old dwarf in a dark cave, to silver and gold his fingers clave; with hammer and tongs and anvil-stone he worked his hands to the hard bone. and coins he made, and strings of rings, and thought to buy the power of kings. But his eyes grew dim and his ears dull and the skin yellow on his old skull; through his bony claw with a pale sheen the stony jewels slipped unseen. No feet he heard, though the earth quaked. when the young dragon his thirst slaked. and the stream smoked at his dark door. The flames hissed on the dank floor, and he died alone in the red fire; his bones were ashes in the hot mire.
There was an old dragon under grey stone; his red eyes blinked as he lay alone. His joy was dead and his youth spent, he was knobbed and wrinkled, and his limbs bent in the long years to his gold chained; in his heart's furnace the fire waned. To his belly's slime gems stuck thick, silver and gold he would snuff and lick: he knew the place of the least ring beneath the shadow of his black wing. Of thieves he thought on his hard bed, and dreamed that on their flesh he fed, their bones crushed, and their blood drank: his ears drooped and his breath sank. Mail-rings rang. He heard them not. A voice echoed in his deep grot: a young warrior with a bright sword called him forth to defend his hoard. His teeth were knives, and of horn his hide, but iron tore him, and his flame died.
There was an old king on a high throne: his white beard lay on knees of bone; his mouth savoured neither meat nor drink, nor his ears song; he could only think of his huge chest with carven lid where pale gems and gold lay hid in secret treasury in the dark ground; its strong doors were iron-bound. The swords of his thanes were dull with rust, his glory fallen, his rule unjust, his halls hollow, and his bowers cold, but king he was of elvish gold. He heard not the horns in the mountain-pass, he smelt not the blood on the trodden grass, but his halls were burned, his kingdom lost; in a cold pit his bones were tossed.
There is an old hoard in a dark rock, forgotten behind doors none can unlock; that grim gate no man can pass. On the mound grows the green grass; there sheep feed and the larks soar, and the wind blows from the sea-shore. The old hoard the Night shall keep, while earth waits and the Elves sleep.
14. El tesoro
Cuando la Luna era nueva y el Sol joven De plata y oro cantaban los Dioses: Derramaban plata en la verde hierba, Y llenaban las blancas aguas con oro. Antes de que se excavara el Abismo o se abriera el Infierno, Antes de que fueran criados los Enanos o nacieran los Dragones, Existían los Elfos de antaño, y poderosos hechizos Bajo verdes colinas y huecos valles Cantaban mientras forjaban muchos objetos hermosos, Y las brillantes coronas de los Reyes Élficos. Pero su destino les alcanzó, y su canción declinó, Golpeados por el hierro y encadenados por el acero. Su avaricia no cantaba, ni sus bocas sonreían, Apilaron su riqueza en agujeros oscuros, Plata cincelada y oro grabado: Las sombras cayeron sobre el Hogar de los Elfos.
Un viejo enano vivía en una cueva oscura, Sus dedos se habían aficionado al oro y a la plata; Con martillo y tenazas y yunque Trabajó con sus manos hasta despellejarlas, Hizo monedas, y collares de anillos, Y pensó en comprar el poder de los Reyes. Pero sus ojos estaban oscurecidos y sus oídos eran débiles Y su piel amarilla sobre el viejo cráneo; Con su tenaza huesuda, de pálido resplandor Las piedras preciosas pasaban sin ser vistas. No oyó los pies, aunque la tierra temblaba, Cuando el joven dragón apagó su sed, Y humeó el arroyo frente a su oscura puerta.. Las llamas silbaban en el suelo húmedo, Y murió solo en el rojo fuego; Sus huesos se volvieron cenizas en el barro caliente.
Había un viejo dragón bajo la roca gris; Sus ojos rojos parpadeaban mientras yacía en soledad. Su alegría se terminó y su juventud había pasado, Estaba nudoso y arrugado, y sus miembros se curvaron En los largos años que pasó encadenado a su oro; En el horno de su corazón se había apagado el fuego. Al limo de su vientre se habían adherido fuertemente las gemas, Oro y plata olfateaba y lamía: Conocía el sitio del más ínfimo anillo Bajo la sombra de su negra ala. En su dura cama pensaba en ladrones, Y soñaba con alimentarse de su carne, Hacer crujir sus huesos, y beber su sangre: Inclinó las orejas y respiró pesadamente. Sonó una cota de malla. No la oyó. Una voz hizo eco en la gruta profunda: Un joven guerrero de brillante espada Lo desafió a defender su tesoro. Sus colmillos eran dagas, y de cuerno su piel, Pero el hierro le arañó, y murió su llama.
Había un viejo rey en un alto trono: Su larga barba caía sobre rodillas de hueso; Su boca ya no saboreaba la carne ni la bebida, Ni sus oídos la música; sólo podía pensar En su gran cofre con la tapa tallada Donde se ocultaban gemas pálidas y oro En secreta tesorería bajo el suelo oscuro; Sus fuertes puertas estaban forradas de hierro. Las espadas de sus caballeros estaban cubiertas de herrumbre, Su gloria caída, su dominio derribado, Sus salas vacías y sus cenadores fríos, Pero el rey estaba hecho de oro élfico. No oía los cuernos en los pasos de la montaña, No olía la sangre en la hollada hierba, Pero sus salas habían ardido, su reino se había perdido; En un frío pozo se arrojaron sus huesos.
Hay un antiguo tesoro en una oscura roca, Olvidado tras puertas que nadie puede abrir; Ningún hombre puede traspasar ese horrendo umbral. En el terraplén crece la verde hierba; Allí pastan las ovejas y vuelan las alondras, Y el viento sopla desde la orilla del mar. La noche guardará el viejo tesoro, Mientras la tierra aguarda y los Elfos duermen.Etiquetas: J.R.R. Tolkien |