Broken Dreams William Butler Yeats (Irlanda, 1865-1939)
There is grey in your hair. Young men no longer suddenly catch their breath When you are passing; But maybe some old gaffer mutters a blessing Because it was your prayer Recovered him upon the bed of death. For your sole sake - that all heart's ache have known, And given to others all heart's ache, From meagre girlhood's putting on Burdensome beauty - for your sole sake Heaven has put away the stroke of her doom, So great her portion in that peace you make By merely walking in a room.
Your beauty can but leave among us Vague memories, nothing but memories. A young man when the old men are done talking Will say to an old man, "Tell me of that lady The poet stubborn with his passion sang us When age might well have chilled his blood.
'Vague memories, nothing but memories, But in the grave all, all, shall be renewed. The certainty that I shall see that lady Leaning or standing or walking In the first loveliness of womanhood, And with the fervour of my youthful eyes, Has set me muttering like a fool.
You are more beautiful than any one, And yet your body had a flaw: Your small hands were not beautiful, And I am afraid that you will run And paddle to the wrist In that mysterious, always brimming lake Where those What have obeyed the holy law paddle and are perfect. Leave unchanged The hands that I have kissed, For old sake's sake.
The last stroke of midnight dies. All day in the one chair From dream to dream and rhyme to rhyme I have ranged In rambling talk with an image of air: Vague memories, nothing but memories.
Sueños rotos
Hay gris en tus cabellos; los jóvenes ya no se quedan sin aliento a tu paso; acaso te bendiga algún vejete porque fue tu plegaria la que lo salvó en el lecho de muerte. Por tu bien -que ha sabido de todo dolor del corazón, y que ha impartido todo el dolor del corazón, desde la magra niñez acumulando onerosa belleza- por tu solo bien el cielo desvió el golpe de su sino, tan grande su porción en la paz que estableces con sólo penetrar dentro de un cuarto.
Tu belleza no puede sino dejar entre nosotros vagos recuerdos, recuerdos nada más. Cuando los viejos se cansen de hablar, un joven le dirá a un viejo: «Háblame de esa dama que terco en su pasión nos cantaba el poeta cuando ya su sangre debiera estar helada por los años».
Vagos recuerdos, recuerdos nada más. Pero en la tumba todos, todos se verán renovados. La certidumbre de que veré a esa dama reclinada o erecta o caminando en el primor inicial de su feminidad y con el fervor de mis ojos juveniles, me ha puesto a balbucear como un tonto.
Era más bella que cualquiera no obstante tu cuerpo tenía una tacha; tus manos pequeñas no eran bellas, y temo que has de correr y las hundirás hasta la muñeca en ese lago misterioso, siempre rebosante donde todos los que cumplieron la ley sacra se hunden y resurgen perfectos. Deja intactas las manos que besé, por bien del viejo bien.
Muere el último toque de media noche. Todo el día, en la misma silla de sueño a sueño y rima a rima he errado, en charla incoherente con una imagen de aire: vagos recuerdos, recuerdos nada más.Etiquetas: William Butler Yeats |